miércoles, 30 de junio de 2010

El sistema social imperante se parece cada vez más a una mujer de 55 años llena de Botox, cada vez más una caricatura bizarra de si mismo

miércoles, 16 de junio de 2010

La capacidad de inventar soluciones para proveernos de lo necesario para vivir, o al menos reducir la dependencia de lo externo.

Cada vez que podemos producir algo por nuestros medios ganamos. Que ganamos? En primer lugar, descubrimos una habilidad que no sabíamos que teníamos o podíamos ejercer.
Veamos.Este sistema imperante, modelo de vida o producción, satisfacción y entretenimiento que tenemos -que nos es dado- tiene como subproducto no deseable (concedo el beneficio de la duda, tal vez no solo sea deseable para algunos sino necesario para la subsistencia misma del sistema) la posibilidad de rendirnos cada vez más impotentes frente a nuestro devenir. Nos va sacando de las manos la posibilidad de plenitud y satisfacción. Modela una nueva forma de ser humano. En la cual se establece como lema el “tengo luego existo”, asocia la posibilidad de existencia a la medida de lo que tenemos. Dejémoslo así por el momento. Porque hasta ahí las cosas no estarían del todo mal, si no fuera porque junto con este lema de a poco se nos va reduciendo la posibilidad de tener no ya lo que producimos sino aquello que podemos comprar (e incluso para los que no tienen medios lo que se puede obtener de maneras ilícitas). Con lo cual nuestro hacer y producir se empieza a transformar en una cosa distinta que es hacer y producir dinero para acceder a aquello que necesitamos tener para ser. En este armado, el trabajo se transforma en un acto mercenario, donde por necesidad me entrego al mejor postor para poder conseguir el mejor rendimiento monetario de mi tiempo. Una de las consecuencias de esta tergiversación es que el trabajo pasa a ser no un vehículo de plenificación de nuestra existencia y portador de valor en si mismo desde esa posibilidad de plenificación sino en algo cuyo valor está dado por una medida externa como es su equivalencia en dinero, privándonos así de una de las grandes satisfacciones de la existencia. El trabajo deja de ser algo creador de sentido a ser un simple facilitador de recursos monetarios cambiables en bienes. Podemos ir armando un pequeño lugar virtual donde apilar nuestras carencias de sentido para ver después que hacemos con ellas o como tapamos los agujeros.Y en esta situación quedamos engañados con sustitutos que muchas veces son trampas hasta mortales. Nos rinde en seres impotentes, incapaces y dependientes. Dependientes no de nuestros pares en el sentido de la interdependencia de todos en la construcción colectiva sino dependientes de intereses desconocidos o de personas e instituciones desconocidas. Sean las corporaciones médicas, alimentarias, de entretenimiento u otras por el estilo. Nos quita la posibilidad de ser responsables de muchas de nuestras acciones y sus consecuencias.
Algunos dirán que pasaría si cada uno se produjera lo que necesita para vivir, casa, ropa, comida y hasta medicinas, aduciendo desde un imperativo categórico Kantiano que significaría el colapso de la estructura de intercambio de bienes instalada, con la consecuente destrucción de miles de puestos de trabajos ordenados a producir aquello que no podemos proveernos por nosotros mismos –he aquí porque la autogestión es verdaderamente un acto subversivo que pone en peligro la existencia de este sistema y por lo tanto es combatido con tanta virulencia hasta por las propias victimas del mismo- pero lo dudo. Dado que la mayoría de las ganancias de ese trabajo terminan concentradas en manos de muy poca gente que no tiene incluso la capacidad de poner en circulación esos recursos, sosteniéndolos solamente como cimiento inmóvil de ese sistema. Con lo cual no creo que la mayoría sufriera alguna consecuencia. Si bien no tengo guarismos concretos ni de cantidades ni de porcentajes, es cierto y rápidamente verificable la tendencia a la concentración de la riqueza a nivel global en cada vez menos manos con cada vez más gente pobre. Y en segundo lugar considero que la posibilidad de autogestionarse cada vez más es un proceso gradual además de lento con lo cual siempre se pueden ir ajustando parámetros.

lunes, 14 de junio de 2010

El Perdón

Las personas son básicamente malas y se van puliendo y mejorando con trabajo. Las personas son básicamente buenas, la maldad es algo que oscurece la bondad innata del ser humano.

Somos buenos? Malos? Existen “los malos”, “los buenos?” El Evangelio propone bajo el signo del perdón la posibilidad de trascender esa dicotomía, no negarla, sino incorporarla en todo caso como sustancia del trabajo a realizar en el perdón.

El perdón da al que perdona y al perdonado la posibilidad de ser otro que el de siempre. Corta esa retroalimentación que es la construcción del propio ser y su posibilidad a partir de la mirada fija del otro, rompe ese ensimismamiento mutuo de fijezas que encierra y construye al mismo tiempo quienes somos. A partir del perdón, el que es perdonado puede permitirse un devenir distinto y el que perdona puede liberarse de la carga de construir al otro.

Eso me lleva a pensar que si la idea es romper ese círculo vicioso de construcción del otro, entonces es un proceso, uno no es sino un devenir

La herramienta:

La gracia.

hola a todos!

Amigos y amigas!

Este es el primer blog que intento. Espero que los tropiezos que encuentre mientras trato de llevar a cabo esta pequeña aventura de compartir ideas no sean obstáculo para que puedan disfrutar y con un poco de suerte nutrirse un poco de otros pareceres. Adelante pues! Saludos